lunes, 26 de octubre de 2009

“Aunque en principio todas deben regirse según la Ley Universitaria, muchas universidades se gobiernan con autonomía”



A continuación, una secuencia de hechos ilustrativos:

Julio de 1980. A vísperas de la transición democrática, en el Perú existe alrededor de 30 universidades, de las cuales la tercera parte son privadas.

Noviembre 9 de 1996. El Congreso de la República promulga el Decreto Legislativo N° 882, Ley de Promoción de la Inversión en la Educación. Ahora todo persona natural o jurídica puede crear o adquirir centros educativos con fines de lucro.

Enero del 2004. Hay un total de 33 universidades públicas y 47 privadas. Sesenta cuenta con rectorado y el resto está en proceso de conformar uno.



Cuarto trimestre del 2008. Miriam Cabra Bravo, enfermera del Instituto Nacional de Salud Mental “Honorio Delgado–Hideyo Noguchi”, recibe una solicitud para enseñar en la Universidad Privada Los Ángeles de Chimbote, en la sede del Cono Norte, de parte de Gladys Godos Lozada. La sede está localizada en Michel Fort 298, San Martín de Porres, a la altura de la cuadra dos de Eduardo de Habich. Ésta resulta ser una vivienda común y corriente, y las aulas son simples habitaciones.

Al ingresar en el edificio, Miriam es recibida por un señor que parece ser trabajador de construcción (debido a que llevaba un martillo y otras herramientas), una chica que andaba en sandalias y la propia Gladys. Miriam conoció a Gladys en un evento en el colegio I.E. 3030 “Santísima Cruz”, donde la vio interpretando canciones folklóricas. Más tarde Miriam se enteraría que aquella mujer que salió a alegar los comensales con pintorescas estrofas, era, según ella misma, abogada y conocía de enfermería.

Miriam deja su currículum en el local de la Universidad, y antes de retirarse, Gladys le comenta las razones por las que quiere que Miriam enseñe ahí: porque los siete cursos que dictan en la sede los enseña ella sola, Gladys, y los alumnos están un poco aburridos y prefieren ver a alguien más.

La Universidad Privada Los Ángeles de Chimbote estableció su sede en el Cono Norte a través de un convenio con la empresa Educa Perú E.I.R.L., según la página web de la propia Universidad, aunque dicha empresa no figura en los registros de la Sunat.

Según aparece en las Páginas Amarillas, el domicilio fiscal de Educa Perú E.I.R.L es la misma vivienda que está en Michel Fort, San Martín de Porres, pero el número telefónico que registra (4815755) corresponde a otra vivienda que está a cuatro cuadras de distancia.

¿Es éste un caso particular o es acaso el paradigma de los centros educativos superiores con fines de lucro? ¿Cuánto ha afectado la proliferación de universidades privadas a la calidad de la enseñanza? Para esclarecer estas dudas conversamos con Diana Revilla Figueroa, docente de la Facultad de Educación de la Universidad Católica desde 1984, con un diplomado en Autoevaluación de Carreras Universitarias.

¿Cómo ve que ha cambiado la calida de la enseñanza en los últimos tiempos?

Yo creo que en el siglo XIX la educación sí está sufriendo cambios fuertes debido a la alta competencia y la exigencia de la validación, tal como lo señala la Nueva Ley Universitaria. Ésta exige profesores calificados para que la plana docente sea de calidad.

¿Qué determina que un profesor sea de calidad?

En ese aspecto, yo diferenciaría dos contextos en donde los docentes se forman: las facultades de Educación y los institutos pedagógicos. En éstos últimos encontramos más estudiantes debido a que son más económicos.

Ahora, ninguno de los dos basta porque el profesor debe buscar cómo perfeccionar su estudio con maestrías o diplomados, lo que le da otra condición, y para ello hay que buscar que el profesor haga investigaciones y las publique. Incentivar eso depende de las políticas que cada universidad o instituto, pero la gran mayoría lo hace.

Muchas veces vemos a un mismo profesor trabajando en varias universidades al mismo tiempo, en unas con mayor prestigio que otras. ¿Qué determina finalmente la calidad de un centro de estudio? ¿El profesor o la institución?

Depende de ambos. Lo que sucede es que hay universidades que cuidan más a su plan de enseñanza, sus normas, que a su profesorado. Otras, más bien, dan mayor libertad al profesor. No hay un estudio formal que diga si uno vale más que el otro, pero en sí depende de ambas cosas.

En provincia, por ejemplo, a uno le dan el esquema del sílabus con las indicaciones de cuántas notas debe entregar y cómo calificar. Es una forma de trabajo que no me hace ni más ni menos. Eso depende de cada institución.

¿Cree que el hecho que halla más universidades ha perjudicado la calidad de la enseñanza?

Hay un incremento de universidades, sí, pero no todas surgen en la mejor condición. Pero el número de centros educativos no es un problema siempre que el profesor sepa su materia, conozca de educación y sepa comunicar los conocimientos. No es suficiente con que conozca su especialidad. Lo que se cuestiona es la calidad del servicio, no la cantidad. Yo creo que sucede todo lo contrario: que el mayor número de universidades hace que más educadores estén calificados.

Hay, claro, universidades que buscan ser más lucrativas, que se preocupan más por vivir día a día que del asunto de la exigencia (educativa). Por eso hay universidades cuyas carreras no están acreditadas, que deben mejorar su plana docente y su infraestructura. Estas universidades deben mejorar con presión externa.

¿Y por qué muchas no lo hacen?

Porque, aunque en principio todas deben regirse según la Ley Universitaria, muchas universidades se gobiernan con autonomía. Es así que uno encuentra una gran diversidad de ofertas educativas, cronogramas y costos.

A todo esto, ¿cuál es el perfil del estudiante de Educación?

Los estudiantes de Educación son de perfil variado, son personas con vocación social, que por lo común han escogido esta profesión porque no han logrado ingresar en otras carreras, pero que en el camino han ido descubriendo su vocación educativa. Son de estratos económicos medios y bajos, y provienen en su mayoría de colegios estatales.

Si bien hay más facultades de Educación, ¿cree que la cantidad de gente que quiera ser profesor ha descendido?

La cantidad de alumnos ha ido descendiendo. En el caso de la Universidad Católica, en la década del 80 habían 82 alumnos en la Facultad de Educación. Luego esa cantidad fue reduciendo a 60, luego a 40 y hoy en día hay entre 32 a 35 alumnos. ¿Por qué? Yo creo que se está asegurando la selectividad, ya que la cantidad de vacantes también ha ido decreciendo.

Pero en las (universidades) estatales la cosa es diferente: son (económicamente) más cómodas y tienen más vacantes. Hablamos de cantidades como de 200 personas. De que hay gente, hay gente. Otra cosa es dónde quieren estudiar, si en un instituto o en una universidad. El mejor ejemplo es la Universidad La Cantuta, en Chosica, que está completamente dedicada a lo que es educación.

¿Cree que esa demanda se deba a que es una profesión remunerativa?

No (risas), definitivamente no. Cualquiera que se dedique a esta profesión la ejerce en diferentes lugares. Muy pocos reconocen al docente, por eso no todas las (universidades) privadas pagan bien. No es una carrera como para que digas “voy a hacerme rico”. Uno busca siempre otros ingresos que complementen lo que uno gana en la universidad.

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